
Cuando llega un bebé a casa disminuimos los riesgos al máximo sin pensarlo ¿Cómo? Poniendo límites físicos a sus movimientos y a los riesgos mediante parques infantiles, cunas, pañales, cubre esquinas en las mesas, tapones en los enchufes… En cambio, nos da pena poner un transportín, una valla o una jaula educativa a nuestro cachorro, provisto de unos dientes capaces de romperlo todo y de unas uñas con las que podría hacer un buen estropicio en el parquet.
Una máxima; los perros aprenden haciendo, y lo que no pueden hacer no lo aprenden. Si un cachorro cuando está solo no tiene acceso a las macetas de la terraza, no podrá escarbar en ellas y destrozarlas, conducta que sería natural en un cánido. Y lo más importante, al no hacerlo, no se reforzaría ese comportamiento tan agradable para ellos. De adulto tendrá menos posibilidades de ser un «rastreador de macetas en casa».

La correcta educación de un perro es una necesidad básica que le aportará seguridad y certidumbre. Esta magnífica herramienta acelera enormemente los aprendizajes para la educación a cualquier edad. Todos los perros deberían aprender a estar tranquilamente en un transportín, incluso si no piensas usarlo nunca debes positivizarlo cuanto antes porque no todos los perros son capaces de permanecer en él, si antes no se ha trabajado su habituación. No sabemos cuando lo vamos a necesitar.
Cuando intervienen quirúrgicamente a un perro en el veterinario, durante el tiempo del post-operatorio están en una jaula o transportín. ¿Te imaginas que te despiertas dolorido después de una operación y encima encerrado en un lugar que nunca has estado? Lo he presenciado en un veterinario de protectora y lo pobres lo pasan fatal porque en la mayoría de los casos no conocen esa sensación de permanecer encerrado en una jaula, y encima condolidos de la operación. Un sufrimiento doble que se podía haber evitado si sus dueños lo hubiesen habituado a él.

La jaula ofrece al perro seguridad y a su dueño control sobre el animal. Al limitar su deambulación, se facilita enormemente:
- La seguridad objetiva del cachorro, evitando accidentes domésticos.
- La educación de la vejiga y los esfínteres (Pis y caca).
- Que se habitúe a la monotonía y al aburrimiento.
- Que el cachorro vaya practicando las normas de disciplina que has seleccionado para él.
- Que el pequeño logre una sensación de seguridad, de cara a quedarse sólo o soportar tormentas.
- La terapia de la conducta agresiva.
- La educación y el desarrollo de la resistencia a la frustración.
- La terapia de la ansiedad por separación.
- y para otros muchos trastornos.
¿Cómo habituarla y positivizarla?
Si lo hacemos bien desde el principio, no tardará en tomarla como su habitación particular y se meterá en ella a echar sus siestas cuando tenga sueño.
También se meterá cuando vea marejada en las relaciones de pareja, cuando vengan de visita niños molestos y quiera que le dejen en paz.
Si le cuesta habituarse a la jaula, algo muy improbable, se le coloca el recipiente con el agua en su interior y se le da de comer también, solamente dentro de ella. Ni un bocado fuera de la jaula.
Todas las resistencias terminan cuando ven que durante el día el perrito entra y sale de su jaula orgullosísimo y que si alguna vez se le cierra la puerta, es para que duerma.
Se puede hacer también con chuches y juguetes, pero se avanza más rápido si se le solucionan dos necesidades básicas como es el agua y el alimento. No tiene el mismo valor un premio que una necesidad básica.
Cuando de dormir se trata, es igual hacerlo con la puerta de la habitación abierta o cerrada.
El perro siente su jaula educativa como una habitación privada, un refugio seguro en el corazón de la vida familiar.
Tanto es así, que si hay dos perros y sólo disponen de una jaula, se la disputarán como un privilegio codiciado.
Te deja con ganas de más, está muy bien
Muchas gracias por tu comentario Eva!
Intentaremos mejorar poco a poco.
Interesante lectura, Juan. ¡Saludos!